¿Quién no ha
tomado cereales con leche alguna vez para desayunar pensando que eran
saludables?
¿Quién no ha
comprado cereales sólo por ver
publicidad mostrando el gran aporte vitamínico,
mineral y energético?
Pues bien,
debéis saber algo sobre estos cereales.
Una de las
características favorables de los cereales es el gran aporte de energía
procedente de hidratos de carbono; la parte mala es que al procesarlos y
mezclarlos con chocolates, frutas o miel, éste aporte se hace sobre todo en
forma de azúcares, superando las recomendaciones saludables (25 g de
azúcar/día), mayormente en aquellos que están dirigidos a niños; en algunos
casos, con sólo un bol en el desayuno, se superaría la dosis diaria
recomendada.
Otra gran
ventaja que presentan los cereales es el bajo porcentaje en grasas que
contiene, es decir, cualquier tipo de cereal sin procesar (trigo, cebada,
espelta, arroz, etc) contiene entre 0.5-4 g de grasa por cada 100 g de
alimento; esto se vuelve en nuestra contra cuando los cereales han sufrido un
proceso de manipulación en la industria, llegando a alcanzar niveles de grasa
de hasta 10-12 g de grasas saturadas por cada 100 g de alimento.
Es muy
recomendable mirar bien el etiquetado de estos productos antes de comprarlos y
si en ellos aparece un aporte superior a 10-15 g de grasas/100 g de alimentos,
es preferible no consumirlos y menos a diario.
Es
importante tener en cuenta el aporte en grasas y la cantidad de azúcar que
consumimos diariamente; no sólo por el aumento de peso que esto puede
conllevar, sino también por los distintos tipos de enfermedades que podemos
adquirir, como la diabetes mellitus de tipo 2.
Una buena
opción para suplir esto es optar por cereales sin componentes añadidos, como
copos de maíz, de espelta o de avena y mezclarlos con fruta y/o leche
semidesnatada o yogurt, así tendremos un gran aporte de energía para afrontar
el día pero sin dañar nuestro propio organismo.
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