Existe desde
hace varios años un tema muy controvertido, los alimentos transgénicos, aquellos
que han sido producidos a partir de un organismo modificado, al que se le
incorporan genes de otro organismo para producir unas características determinadas
y preconcebidas, es decir, se producen modificaciones en su ADN mediante
ingeniería genética, para mejorarlo; maíz, soja, fresa, salmón… son ejemplos de
alimentos transgénicos.
Antiguamente eran modificados como resultado de la intervención humana
mediante hibridaciones y cruces con la finalidad de obtener variedades más
productivas, siendo ahora la ingeniería genética la manera más fácil y rápida.
¿Con qué objetivos se han desarrollado los alimentos transgénicos?
-Crear
resistencia a herbicidas y plagas.
-Intentar
una mayor resistencia a las condiciones ambientales; sequías, heladas…
-Aumentar la vida comercial en los productos.
-Mejorar las
características nutricionales; ¿cómo? Mejorando el sabor, la textura, el color,
la forma…
Pero…
¿realmente son seguros para la salud? Existe información en internet dando a
entender que pueden tener efectos adversos, como:
-Aparición
de nuevas alergias, por toxinas y alérgenos.
-Resistencia
a antibióticos.
-Impacto
ecológico y medio ambiental.
La realidad
es que estos
alimentos tienen que cumplir una serie de normas estrictas que garanticen la
inocuidad de los mismos cuando salen al mercado, por lo tanto, no debería
existir ningún miedo a la hora de consumirlos.
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